CORONA CAPITAL GUADALAJARA
Biografía de un festival a través de los ojos de un visitante asiduo.

 

Los días de festival son pesados. Despertar sábado temprano, desayunar y tomar carretera por tres exactas horas, hacer una breve escala y dirigirte al evento, ¿Suena fácil, no? Hablar de las debilidades de esta segunda edición del Corona Capital en Guadalajara seria restarle importancia a la música. La música, ese conjunto de silencios y sonidos que te pueden mover de la tristeza más profunda hasta la alegría más exagerada, es esta música la que debemos valorar en cualquier festival.

Harry McVeigh de White Lies

A pesar de los obstáculos encontrados en el camino, logramos llegar “a tiempo” para ver a White Lies, escuchamos 6 o tal vez 7 canciones ¿Qué hace tan especial a esta banda y por qué repite tanto en estos festivales? Pueden poner el adjetivo que gusten a las miles de voces y manos aplaudiendo al terminar una canción y empezar otra. Es ahí cuando los sonidos y silencios toman otra perspectiva. El poder ver artistas como Karen O en un escenario con un público entregado, cantando para ella su mejor canción y no al revés, es entregarte a los empujones, brincos y golpes al escuchar los acordes de “Date with the night”, uno no entiende por qué lo hace pero es automático y solo lo disfrutas.

Karen O

Algo similar sucedió con Goo Goo Dolls. Menciona tres canciones de esta banda, si lo hiciste y alguna de ellas es más famosa que “Iris” entiendes de qué estoy hablando. Sin duda fue uno de los puntos más altos del festival, lleno de emoción y de celulares grabando “… I just want you to know who I am”, ¿no es lo que queremos todos? Los Chemical Brothers nos regalaron otro momento de nostalgia. Sin voces y con un abanico de imágenes, muñecos de figura bombacha y algunos otros mal dibujados cantando frases de sus canciones pero siempre moviéndose al ritmo. Brincamos, bailamos, recordamos, levantamos la mano y señalamos a un amigo mientras preguntábamos “¿weeey, te acuerdas?”

De ahí siguieron franceses y australianos. Phoenix y Tame Impala. Los primeros se escuchaban perfectos desde la fila de la cerveza, las pantallas mostraban gente cantando, chicas en los hombros de su novio y luces se perdían en el infinito, no me malinterpreten, he tenido la oportunidad de ver a esta banda un par de veces y por eso tuve la confianza de ir por más de ese vital líquido.

El bombardeo visual concluyo con Tame Impala, después de un retraso disfrazado de falla técnica (los que saben, saben que fue para dejar terminar a los Chemical Brothers) los australianos nos llevaron a un paseo de la mano del amor y desamor disfrazado de psicodelia, a veces recordando a Air y otras al rock progresivo. Gran banda y gran final previa a una graciosa huida.

Salimos después de la primera canción del encore. “It feels like we only go backwards, baby” pues caímos de nuevo en el caos de polvo y tierra y falta de orden a la salida del festival, pero ese tema debe tocarse por separado. A final de cuentas tuvimos saldo a favor al final de la noche y muchos recuerdos que guardamos en el disco duro llamado memoria.

Twitter: @LuisitoMoha